En breve estará ya a la venta mi nueva publicación de teatro gestada el pasado invierno de Madrid. Os dejo mi nota como autor que acompaña a la edición así como extractos de los prólogos que preceden a cada pieza. Dado que he elegido la editorial Círculo Rojo para ello, lo podréis adquirir -también en e-book – en la web de la propia editorial, Fnac, La casa del libro, El Corte Inglés, Amazon y en librerías especializadas de Madrid -donde tamabién están mis obras anteriores- como Librería Yorick y Sintarima. En Sevilla, en Librería El Gusanito Lector. (Diseño portada: @maiteggb)
Nota del autor: Bauman y el amor líquido. El amor líquido frente a una solidez que se desmorona y el ser humano que al recomponerla muere en el intento. En la actualidad se evita el compromiso al tiempo que las plegarias se elevan a los cielos en busca de la persona amada y, una vez ha sido hallada, es cuando nos da pereza conservarla y pánico si llega el desencanto: he ahí la tragedia. Esta trilogía no es más que una defensa a ultranza de la solidez frente al egoísmo y la laxitud en los sentimientos, fruto todo ello de un individualismo desmedido cuya responsabilidad recae sobre nuestra sociedad.
Prólogo a «Misericordia» de Miguel Ángel Jiménez Aguilar:
» … el ajuste de cuentas entre unos seres y otros, definitivamente inadaptados, cuya verdad, que parte de la experiencia traumática vivida, fue generada a lo largo de intensos años de búsqueda frustrada, de lucha a ciegas, de impotencia ante la comprensión del absurdo que supone para ellos tener un objetivo, por qué no llamarlo felicidad, y ver que los esfuerzos por alcanzarla son inútiles, entre otras razones porque dependen del otro para poder hacerla realidad y, sobre todo, porque cuando la alcanzan, si es que alguna vez llega a ocurrir, la plenitud sigue siendo insatisfactoria. De ahí el grito desesperanzado de “misericordia”… «.
Prólogo a «Esperando el diluvio» de Eloy Rojas:
» .. Érase una vez tres péndulos de movimiento irregular y descompasado. Estos péndulos se entrechocaban dos a dos y, a veces, los tres a la vez. Estos péndulos danzaban sobre las mareas: Andy, el más lento de los tres, buscaba una estabilidad, un asidero al que recurrir ante el embate de las mareas. En el otro extremo, Robbie, rápido y fluido, vivía las ondas, paladeaba el empuje que lo llevaba a estremecer(se) de un lado a otro, de Susan a Andy. Y Susan en el medio, chocada y entrechocando a los otros dos, compañera de baile de ambos, imprimía su propio carácter a la coreografía colectiva, diosa y cáliz al mismo tiempo. Juntos formaban tres estados de la relación: agua, barro y algo sólido, que bien podía flotar o no en los medios anteriores…».
Prólogo a «El señor y la señora Pit» de Carlota Luna:
» … La muerte es una liberación del dolor, del sufrimiento, y la Sra. Pit la busca anhelando reencontrarse en el más allá con su hijo, llevando con ella a su marido, del que dice: “ Yo siempre he tenido dos hijos”. El Sr. Pit, en su locura dirá: “ Para mí la demasía, el hartazgo es vital”. Precisamente va en contra de uno de los preceptos del templo de Delfos que decía “Nada en demasía”. Ese desequilibrio lo llevará a la total dependencia de su esposa y aceptará, sin ninguna resistencia, la muerte que ella le proporcionará, una muerte como la que tuvo el emperador Tiberio…».
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