Un fragmento. El resto en: http://www.masteatro.com/critica-la-manada-daniel-dimeco/
» …tres hermanos con agujeros insondables en un principio de la representación donde una aparante calma da paso a confesiones ilícitas, pecaminosas a través de parlamentos donde la semántica de sexo, sangre y animales descuartizados nos sitúan en un infierno particular donde no hay expiación, donde no hay escapatoria.
Una cocina donde se prepara un almuerzo cotidiano y que sin más pretensiones adquiere el valor de confesionario, cadalso, patíbulo y, por qué no, purgatorio. Tres almas en pena que luchan por sobrevivir a pesar de las anclas del pasado y del mismo presente. Los juegos infantiles se tornan pruebas de fuego, carnal y sin límites sanos… «
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