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LA PALABRA HECHA CARNE Y ESPACIO
Dos horas y cuarto de palabra en el espacio. Dos horas y cuarto de permutaciones, de alegatos, de misterio, de denuncia en un espacio casi sideral, más desnudo y más inquietante que el significado de la palabra “desolación”. El espacio ayer ser vaciaba aún más para dejar que Portillo y García-Pérez -portavoces, altavoces, voces- lo llenaran precisamente con el vacío que va dejando la masacre del ser humano contra el ser humano. Personajes que funcionan como puertas giratorias por las cuales ellos dos entran y salen para que el público también las pueda atravesar, desde un sutil distanciamiento hacia sus vísceras, sólo cuando ellos dos lo consideran oportuno; son capaces ellos dos de que la audiencia se emocione sin perder de vista su ojo crítico, el prisma, la perspectiva, la frontera y así no salirnos del mapa, que es la propia obra, no más, como bien rubrica Mayorga.
Que sea la palabra la que vuelva a campear por la escena y que sea ella, sin artificio, únicamente “verbum”, es de agradecer. Que esta dramaturgia contemporánea, con misión y sin sumisión, eclipse a la morralla escénica circundante, a la morralla cobarde que se acuclilla ante lo cómodo y lo fácil; esa morralla que ignora que el Teatro se inventó para denunciar, revelar y conmover, es de agradecer. Alta pues la capacidad de Portillo de comunicarla. Ya no se puede escribir más sobre ella: su imperio interpretativo es irrefutable. Aunque anoche la sorpresa me venía dada por García-Pérez, pues desconocía yo a este actor en las tablas, su je ne sais quoi me llevó justamente a donde él pretendía: a que le creyéramos. Y eureka. Así fue: él nos llevaba a la Verdad, sin importar el rol que ejecutara, sin artificios también, con maestría también, como Blanca, con sólo la Palabra, también.
La desnudez del Central emparejaba con la desnudez de sus almas de actores; y con ese lema flotante por parte de ellos que podría sonar a algo así como que sólo somos actores y estamos aquí para contaros una historia que es Verdad y, si no te la crees, dame la mano que te vamos a llevar sobre nuestras alas para sobrevolar una ciudad que sólo podrás conocer a través de lo que nosotros dos vemos -y que tú no ves- y que te decimos -y que tú oyes- nuestras palabras, porque éstas van a configurar a su vez muchos mapas, con rutas empedradas de espanto, con escondites oliendo a muerte, y a miedo, y a la Nada, que es peor; con un pasado que te lo vamos a hacer tan presente que lo vas a poder tocar, como si tuvieras ante ti un gran pedazo de carne cruda, recién sacada del congelador de un matadero, y te la vamos a describir con tantos pelos y con tantas señales a través de una galería de personajes, que te vas a asustar de lo real que pueden llegar a ser; te van a alarmar mucho, muchísimo, porque estos personajes han sido extirpados de un agujero perverso y agónico de mapas invisibles; y que gracias a nuestros ojos, a los que llevamos los intérpretes, además de las lentes acertadas que nos ha colocado nuestro autor-director, vamos a coger un gajo de realidad o de pasado, y te lo vamos a representar, a exprimir, a rociar; y que cuando queramos que te dañe bien la flecha con su ponzoña, te vamos a iluminar para convertirte en nuestro cómplice, para que juzgues -a ver si eres capaz y te remueves en la butaca- para que te unas a nosotros en el desafío, para que camines con nosotros, querido espectador, sobre mapas de tedio, de hambruna; sobre mapas embusteros que han jugado contigo; mapas que han manipulado al planeta y que lo siguen manipulando; caminos que se tapan y tapaderas para esos caminos; mapas que descubren y arruinan, que enriquecen y extravían. Confía en nosotros, espectador, en estos dos actores, porque no te arrepentirás. Te irás de este teatro con la sensación de haber sido gratamente manipulado, pero dispuesto para una posible reflexión que sólo puede venir desde la Palabra de Mayorga, agitadora y convulsa, en un espacio vacío, lejano, infinito: el tuyo, mi querido espectador, el tuyo…
Y con este imaginario lema sobre la escena que yo me he inventado -porque así lo sentí- Portillo y García-Pérez arrancaron los aplausos. Y las almas, en pie, para seguir creyendo en el poder de la Palabra y no de la guerra. Amén.
El cartógrafo
Autor y director: Juan Mayorga
Elenco: Blanca Portillo y José Luis García-Pérez
Teatro Central. Sevilla. 9-10 Diciembre 2016
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